domingo, 24 de febrero de 2013

La insoportable sordidez del ser

A veces necesito esa puerta a la imaginación en el tronco de un árbol.

Había una vez una realidad testaruda y cabezota empeñada en imponerse sobre todo lo demás. Y no le importaba que los pobres mortales que vivían en ella necesitasen periódicas treguas para poder sobrevivirla.

Cuando ellos le seguían su duro ritmo, ella estaba encantada, no tenía problemas. Pero cuando, por su dureza, los mortales se veían empujados a huir de ella y adentrarse en los terrenos de la fantasía, la muy egoísta volaba para encadenarlos sin remedio.

Dicen que, como vía de escape ante su sordidez, los mortales crearon la literatura, el cine, los juegos... Llegaron a esa conclusión observando a los niños que, en su inconsciencia egoísta, están fuera del alcance de las exigencias de la realidad. Y ella, astuta como ninguna, consiguió atajar incluso esas pequeñas e inocentes fugas.

Entonces, unos mortales más inclinados a la perfidia, inventaron unas sustancias para huir de la consciencia. Lo conseguían por un breve espacio de tiempo y con unas consecuencias fatales.

Pero uno no puede escapar siempre de esta amante exigente que te cobija: si consigues refugiarte resguardo de cualquier abrigo inconsciente, al final te verás obligado a regresar. Y entonces, es cuando más duro golpea.

Yo a veces también siento que la realidad me empuja a abandonarme en brazos de la ficción. Sobre todo en los últimos tiempos.

domingo, 10 de febrero de 2013

Fotografía: la magia del instante


No, esta vez no me subo al cajón para azotar. Estos días estoy organizando la tonelada de fotos que me he encargado de almacenar durante todos mis años de vida. He robado alguna, y he hecho muchas. Cuando era más joven, hacía auténticas películas. Y eso que había que revelarlas todas sí o sí... ¿Recordáis esas cámaras con carrete? He estado utilizando una de esas hasta hace dos años.

Pues, como decía, he estado organizándolas y hay para todos los gustos: familiares, de la infancia, con amigos, con los que ya no son amigos, con novietes y parejas anteriores, de fiesta, de tranqui, formales, propias, ajenas, enfocadas, desenfocadas, de vacaciones, bonitas y horribles. Bueno, cualquiera que haya vivido la época anterior a las cámaras digitales, sabe de qué hablo.

Además, soy fan de la foto en papel. Aún con una cámara digital, soy capaz de imprimir 1000 fotos (si no me quedo corta) por el placer de tocar, clasificar, observar, apreciar los detalles, el peso del papel fotográfico, los colores... Y con la llegada de la niña, me he vuelto absolutamente loca. Y algunas, para ser sincera, no me salen del todo mal...

Pero no vengo a hablaros simplemente de lo mucho que me gusta hacer fotos. Estos días, mientras pasaban las imágenes de mi vida delante de mis ojos, he comprendido por qué amo hacer fotografías. Cuando he visto las fotografías de hace tantos años, cuando mis sobrinos eran pequeños, he comprendido que lo que realmente intento es agarrar esos instantes. Adoro la sensación de observar el paso del tiempo, de recordar esos momentos, esas sensaciones. Pero me da vértigo pensar que lo olvidaré. Por eso disparo.

Hubo una época en que, cuando visitaba cualquier lugar, lo visitaba a través de la cámara de fotos. Llegó a ser casi enfermizo y me obligué a cortarme, porque mis recuerdos siempre pasaban por el filtro de la máquina.

Más allá de mi capacidad de expresarme en esas fotos, de parapetarme en la máquina, está la magia de poder agarrar ese momento y guardarlo en un bolsillo para siempre. Me pasa con los libros. De pequeña era una habitual de la biblioteca, pero al crecer, me di cuenta de que me agobiaba perder los momentos que me ofrecían los libros que más me gustaban. Y empecé a comprar libros para no perderlos. Mi biblioteca es modesta, pero bastante selecta y por encima de los 150 títulos. (Llevo tiempo pensando en encargar un ex libris... sólo digo eso).

Siempre digo que no temo a la muerte. Lo que en realidad me da pánico es el olvido. Pero no a que me olviden -esas cosas pasan- sino a olvidar. Y al revés: me regodeo en la sensación de verme pequeña en brazos de mi abuela, de ver y recordar la diversión cuando he pasado tiempo haciendo el bobo con mis sobrinos -sí, soy la típica tía de cámara en mano a todas horas-, de recordar hechos del pasado -incluso cuando yo no existía- a través de las historias que me han contado en casa sobre cada foto, lo irresponsable de la juventud, de la amistad fugaz, de la duradera, del no gran amor de mi vida, de mi compañero de vida, de mi prematernidad y los momentos con mi hija...

En fin, adoro echar la vista atrás y traer al presente tantas y tantas vivencias que he atesorado en imágenes. Y es fácil: sólo tienes que observar la foto, conectar con ella y si hay personas, observar sus miradas. Sobre todo si es tu propia mirada. Y entonces... se produce la magia y ya estás allí, sintiendo lo que sentías. Es un precioso viaje al centro de tus recuerdos. Por eso me gusta la fotografía.

(El post ha quedado pelín fetichista con el tema pies. No es ninguna obsesión, es por preservar la imagen de los protas.)


sábado, 2 de febrero de 2013

Contorsionistas de la verdad

Esta chica estaba en la Wiki 

Ya, ya sé que lo mío no tiene nombre pero estoy aquí. Iba a decir que no tiene nada que ver con la situación que estamos atravesando con respecto a la corrupción. Pero sí, sí tiene que ver. Y es que el hartazgo general empieza por lo cercano y de eso, en mi pueblo, tenemos para dar y tomar.

Antes de subirme al cajón, diré que el título del post no ha venido motivado por las declaraciones de Dolores de Cospedal y otros  sobre los dichosos sobres. Y desde luego que hay material para escribir sobre ese tema bajo este título.

Resulta que aunque Telecinco ya no tenga la tienda de campaña instalada en El Quiñon, Seseña, seguimos existiendo y seguimos teniendo nuestros problemas. Lo del agua está solucionado, si no fuese porque nos han querido colar una super tasa de depuración, el ayuntamiento que se precia de ser de los pocos que no necesita endeudarse este año para ofrecer los servicios necesarios a más población de la que presupuesta. Otro día os cuento cuál es el colchón presupuestario y de dónde sale.

Tenemos supermercados, un Coviran y un Día, colegio y hasta limpian las calles. Ah, y luz. Los servicios médicos son notablemente insuficientes pero compartimos la pena con el resto de españoles que ven cómo la sanidad pública está dejando de ser pública y sanidad. De momento, tenemos guarderías, servicios sociales e instalaciones deportivas. Ah, también parados porque al parecer, nuestro alcalde es tan magnánimo que impulsa proyectos emprendedores para las personas que ni residen en el pueblo.

¿No está mal eh? Mejor de lo que esperabais porque muchas cosas os suenan a normal. Pero hay un tema que nos tiene en pie de guerra, especialmente a los vecinos de lo que muchos aún creéis que es una ciudad fantasma: nuestra conexión con las carreteras es peor que precaria.

Arrastramos ya durante 3 legislaturas, se dice rápido, la petición de una salida digna a la A4. El actual alcalde ganó las elecciones gracias a los vecinos del barrio que le votaron pensando desbloquear la situación de abandono en la que nos los encontrábamos con el anterior gobierno municipal. Un detalle: prometió la salida, la daba por hecho.

Hasta aquí bien, lo normal y lo habitual en democracia. El contorsionismo llega cuando en octubre de 2012 se reúne con los vecinos y acusa a la oposición de Ciempozuelos, municipio al que pertenecen los terrenos, de bloquear la gestión. Y ahí comete su primer error. No vivimos en un mundo desconectado. Es más, aunque los transportes fueran los de principios del siglo pasado e Internet ni se hubiera inventado, muchos de los residentes en El Quiñón tienen familia o proceden de Ciempozuelos. Total, que esa bomba le explota en las manos pocos días después.

En un par de meses, Cospedal deja "pelados" a los diputados con otros cargos y este alcalde nuestro, que se gasta un dineral en gasolina de ir Toledo-Seseña, se sube el sueldo de alcalde a los 40.000 euros anuales. Más dietas de la cámara regional. Y silencio absoluto.

Días después, dos concejales dimiten por motivos personales y la siguiente en la lista renuncia a ocupar cargo. Sólo una semana antes del bombazo Bárcenas.

Hay muchos de estos datos que pueden ser meras coincidencias pero nuestro protagonista no para en su empeño de distorsionar la verdad. Así que, ni corto ni perezoso se acerca con su séquito informativo al pleno de Ciempozuelos para certificar el no de la oposición a la salida a la A4. Y así es, dicen que no, porque necesita aprobar el Plan Especial de Infraestructuras antes de recalificar (¿os acordais de esta palabra?) los terrenos que nos ocupan. Aquí tenéis una descripción interesada, claro, pero contrastada con asistentes al pleno de marras y bastante fiel a la verdad.

Al margen del culebrón político montado, me impresiona el papel de un ciudadano que asistió al pleno para difundir la verdad del alcalde y que a la mañana siguiente se inmola en un foro público con toda su voluntad. Contando, no mentiras porque no lo son, pero si medias verdades. Y así llevamos 3 legislaturas en las que los partidos han utilizado a diferentes ciudadanos para vocear sus medias verdades o sus completas mentiras. Como sigamos así, inventamos una nueva profesión de brillante futuro, o eso parece, la de Contorsionistas de la verdad.